Ella fue mi mejor amiga durante la preparatoria, llevaba en aquel entonces su cabello negro azabache a la altura de los hombros, siempre arreglada, su mirada era viva y recuerdo que me decía que no le gustaban sus tres lunares al costado de su rostro. Llegó cuando yo estaba en segundo semestre, ella cursaba el cuarto, nunca me llevé con mi generación, siempre estaba sola o con compañeros de semestres más arriba, una mezcla entre decisión propia y porque me pensaba demasiado débil para defenderme a mi misma.
La conocí por error, ella era nuevo ingreso, un año más grande, ¿cuáles son las posibilidades de qué nos hubiéramos hablado en primer lugar?, pero pasó, ella se juntó con una compañera mayor con la cual mantenía una relación cordial, y tuvimos química al instante, para mi se convirtió en todo lo que yo admiraba, y me ayudó poco a poco a salir adelante. Todavía recuerdo que me regañaba porque no saludaba, me hizo mi cuenta en una red social porque todo el mundo tenía la suya, le enseñaba mi libreta donde dibujaba, siempre pasaba las hojas con cuidado, eso me encantaba de ella, y la primera vez que me maquillé, ella lo hizo por mi, aprendí tanto de mi con tan sólo estar a su lado.
Venía a mi casa sin aviso, siempre era bienvenida, y yo a la suya, no vivíamos muy lejos la una de la otra, su familia ya me conocía incluso tenía mi propio asiento en su mesa, y de repente pasó, me enamoré, ella fue mi primer amor, nunca se lo confesé, me alegro por no habérselo dicho pues aún nos vemos de vez en cuando, las anécdotas por las que hemos pasado son infinitas.
Sólo hay una ocasión que me partió el corazón y fue cuando me cambié de escuela, no me despedí de nadie, y a nadie le dije nada, simplemente un día me fui y un día dejé de ir, ella me buscó y me encontró, las lágrimas le brotaban de sus ojos, me abrazó tan fuerte que no supe explicarme, para mi me pareció algo tan normal el irme sin avisar, tanto tiempo sin amigos y de repente ella cambió mi perspectiva en segundos, se quitó su collar, ese collar que usaba casi a diario, yo sabía que era especial para ella, su favorito, y me lo puso, no me regañó por huir, no me dijo nada ni pidió explicaciones, sólo me abrazó mientras ahora las dos llorábamos.
Procuraba ir a su casa de cuando en cuando, era la única persona con la que realmente mantuve contacto de mi viejo instituto, los otros me daban lo mismo, pero ella no, ella era especial.
Entró a la universidad, y un año después le seguí yo, la distancia y las nuevas obligaciones hicieron las visitas más escasas, pero siempre la tenía presente, aún cuando se fue a otro estado, cada que salía y veía algo que me la recordaba se lo compraba para dárselo después, y ella hacía lo mismo, mi habitación tiene cosas que me ha dado decorándola, incluso terminé por juntar una cajita con obsequios de ella, cosas especiales como aquel collar que se volvió atesorado para mi aunque mis sentimientos por ella han cambiado.
Ayer la vi, de un tiempo para acá ha dejado atrás su cabello negro para llevarlo rojizo a la altura de media espalda, sus ojos verdes siguen tan vivos como siempre, y ya no le disgustan sus lunares. ¿Y yo? sigo aprendiendo tanto de mi misma con tan sólo estar a su lado, gracias a que la conocí cambié para bien.