Para ser sincera, yo soy de esas chicas que son súper perezosas, en la mañana me pongo playera, suéter, un par de jeans y ya estoy lista para ir a trabajar, ni siquiera uso maquillaje, no porqués no me guste, si no porque siempre voy tarde a todo. Es irónico porque me encanta la moda, me gusta hojear revistas, buscar pasarelas, ver las tendencias, conocer a los diseñadores ¡todo!
Aunque me encante la moda mainstream tanto como la alternativa, soy de esas personas que seguramente las verás en la calle uniformada igual que los demás, que nada resalta de ellos, simplemente me mezclo en el ambiente. Y aquí es donde comprendo a las personas con las que convivo a diario que de repente me ven toda arreglada, peinada, con medias, estando realmente combinada, que al encontrarme por cualquier razón lo primero que sucede es que se sorprenden por el esfuerzo que pongo para mi misma.
La moda lolita me ayudó a que me interesara en la moda en general, y a que comenzara a poner atención a mi aspecto para que éste fuera un reflejo de lo que quería empezar a ser, fuerte, valiente, ultra femenina, y aún más importante también a amarme a mi misma, sé que es sólo ropa, pero el empezar a vestirme como yo quería lucir y como yo quería reflejar mi interior fue un gran salto, por eso ahora quiero hacerlo a diario, quiero verme como a mi me gusto siempre.
Esto es una promesa a mi misma para hacerlo, esto es una promesa a mi misma para nunca olvidar cuanto me quiero, cuanto me gustan las faldas tanto como los pantalones, cuanto me gusta usar el flequillo y mi cabello alborotado por las mañanas, usar lazos en la cabeza, los zapatos altos, las botas y las zapatillas deportivas, y ver mi cara desnuda en las mañanas con todas las pecas y lunares tanto como ver mis mejillas sonrojadas por el rubor.
Esto es una promesa que no quiero romper.
Esto es una promesa a mi misma para hacerlo, esto es una promesa a mi misma para nunca olvidar cuanto me quiero, cuanto me gustan las faldas tanto como los pantalones, cuanto me gusta usar el flequillo y mi cabello alborotado por las mañanas, usar lazos en la cabeza, los zapatos altos, las botas y las zapatillas deportivas, y ver mi cara desnuda en las mañanas con todas las pecas y lunares tanto como ver mis mejillas sonrojadas por el rubor.
Esto es una promesa que no quiero romper.